Hoy, Día Mundial contra el Cáncer de Mama, el ambiente se tiñe de rosa un año más para celebrar, entre otros aspectos, que se está ganando la batalla a esta enfermedad. Las cifras, inapelables, así lo indican: entre el 80% y el 85% de los enfermos (enfermas en su mayoría) se cura. Pero, ¿qué pasa con el tanto por ciento de afectados restante? Son los grandes olvidados, a los que por mala fortuna la dolencia se les ha expandido, vía metástasis, a otras partes del cuerpo. Para ellos no hay cura, y esperanza escasa. Sin embargo, no están dispuestos a dejar de luchar.
A Lucía, nombre irreal de una neumóloga de 40 años que prefiere no revelar su identidad por motivos personales, le detectaron cáncer de mama hace nueve años. A la dura noticia le siguieron una operación y una tanda de quimioterapia. Nueve meses después, el cáncer estaba en remisión, por lo que volvió al trabajo. Estuvo seis años libre de la enfermedad, hasta que en 2016 llegó el terrible diagnóstico: el cáncer se le había extendido a los pulmones. “¡Y siendo yo neumóloga!”, exclama irónica.
“Me quedé hecha polvo. Sabía que no había posibilidad de operar. Creo que fue lo más duro”, explica a La Vanguardia. A Lucía ya le había tocado pasar por lo mismo en la adolescencia: sufrió un cáncer de huesos con 11 años que le hizo metástasis a los 14. Pero había estado 15 años libre de enfermedad después de aquello. Tenía la esperanza de que el cáncer no volviera a cruzarse en su camino, pero lo hizo. Y su vida se detuvo.
El día a día de Marga (43) también sufrió una sacudida cuando recibió la nefasta noticia. “Volvía de un fin de semana con la familia en una casa rural cuando, en la ducha, me palpé un bulto en el pecho. Era grande. Enseguida pensé que se trataba de algo maligno”, recuerda esta oncóloga pediátrica. Tenía 36 años. “Se me paró el mundo. Estaba en plena efervescencia laboral, con dos niños pequeños… pero de repente todo se paralizó”.
A a aquel dramático diagnóstico le seguiría uno mucho peor. La fecha la tiene grabada a fuego: 17 de abril de 2017. Ese día todo cambió. El cáncer se le había extendido a los huesos. “El impacto es muchísimo mayor que en el primer diagnóstico de cáncer de mama porque sabes que, a menos que la ciencia avance de forma espectacular, no te vas a curar y tendrás que aprender a vivir con esta patología el resto de tu vida”.
A pesar de su situación, Marga es capaz de desconectar de su enfermedad, aunque hay días de todo. Le cuesta sobrellevar la incomprensión con la que se tropieza a menudo. “Me preguntan, ‘¿y cuándo acabas el tratamiento?’ El tratamiento es de por vida, para siempre”.
No es fácil para ella, ni para ningún afectado de cáncer de mama metastásico (CMM), celebrar cada año el Día Mundial contra el Cáncer de Mama. “Siempre se habla de esta dolencia en un tono rosa, optimista, que está muy bien, pero existe un 20% de casos que no se cura”. Es por ello que hace dos años se creó la Asociación CMM, de la que es vicepresidenta. “Es la única que hay en Europa y tiene como objetivo dar visibilidad a nuestra realidad”, relata.
Esta asociación colabora con otras entidades, entre ellas INVI (la asociación del cáncer de mama masculino). Es cierto que esta enfermedad es primordialmente femenina (afecta a una de cada ocho mujeres), pero el 1% de los casos corresponde a hombres. Juan (ginecólogo retirado de 70 años) lo sabe bien.
A este médico le diagnosticaron el tumor hace cuatro años, y la metástasis (en las costillas) hace dos. “La noticia es algo que te cambia completamente. Además, hacía poco que mi mujer había fallecido por un cáncer de pulmón”, recuerda. “Pero tienes que reaccionar”.
Lucía, Marga y Juan padecen el mismo tipo de cáncer de mama, el que queda incluido dentro del grupo de tumores hormonosensibles, el mayoritario. Hay dos grupos más: el que engloba a los tumores HER2+ (un 20% de los casos) y el triple negativo (entre el 10% y 15%).
Fármacos de nueva generación
Por suerte, ha habido un gran avance en la investigación en el tipo de cáncer de mama que afecta a los tres. “Seguimos aplicando las terapias hormonales, pero lo importante es que ahora podemos añadir fármacos inhibidores de la proteína CDK4/6 (palbociclib, ribociclib y abemaciclib) con los que, junto con la terapia hormonal, conseguimos controlar la enfermedad y aumentar la supervivencia”, asevera el doctor Aleix Prat, director del Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínic de Barcelona.
“Son tan eficaces estos fármacos –prosigue- que no hay que hacer ni un tratamiento de choque inicial de quimioterapia. Comenzamos por la terapia hormonal, luego el inhibidor y ya está. Antes la opción era terapia hormonal o quimioterapia. Ahora no, la quimio queda relegada para más adelante, y el hecho de retrasarla es bueno”.
Muy raramente las metástasis retroceden, es una buena noticia que todo esté igual”
A Lucía le está funcionando el tratamiento: “Estoy estable, y eso es lo mejor que uno se puede esperar. Muy raramente las metástasis retroceden, es una buena noticia que todo esté igual”. Hasta hace bien poco, la palabra futuro era como algo prohibido para ella. Ahora ya no lo es tanto.
Esta neumóloga conoció a quien ahora es su marido tres semanas antes de que le diagnosticaran las metástasis. “Pensé, ‘a este chico no le veré más’”. Pero no fue así. Incluso hace poco más de un año le pidió matrimonio. “Eso me dio un empujón, el hecho de pensar: ‘este hombre piensa en un futuro conmigo’”.
Las células están continuamente pensando qué mecanismo pueden utilizar para burlar a los fármacos. Y claro, llega un momento que alguna de ellas lo consigue”
Juan también está respondiendo al tratamiento. En julio de 2018 empezó con la medicación en el Clínic. En dos meses ya le mejoró el dolor, y al cabo de cuatro ya le había casi desaparecido. Gracias a la medicación, esgrime, puede hacer vida normal.
Marga está en otra fase. En julio dejó de funcionarle el tratamiento con el que le estaban tratando. El cáncer de huesos se le expandió a la pleura. Ahora ha accedido a otro tratamiento que se aprobó hace algo menos de dos años. Todavía no sabe si le está funcionando.
Es muy importante sentir que tu médico está a tu lado, luchando contigo, y que no tira la toalla”
Esta es una de las características del cáncer metastásico, que sólo piensa en “cómo puede crecer y hacer nuevas metástasis”, en palabras del doctor Prat. “Las células están continuamente pensando y buscando qué mecanismo pueden utilizar para ese propósito [burlar a los fármacos]. Y claro, llega un momento que alguna de ellas lo consigue”.
“La buena noticia –prosigue el director de Oncología del Clínic- es que ya empezamos a tener una nueva generación de medicamentos que nos permitirán seguir tratando a los pacientes cuando los que ahora tenemos dejen de ser eficaces”.
Diagnóstico molecular
Ese abanico de posibilidades para combatir el CMM es lo que echó en falta Lucía cuando le diagnosticaron las metástasis. “‘¡Disfruta de la vida!’, me dijeron los médicos que me las detectaron mientras me daban palmaditas en la espalda”. Sin embargo, desde que el doctor Prat se cruzó en su vida, sabe que “no todo se acaba después de que te detecten metástasis”. “Es muy importante sentir que tu médico está a tu lado, luchando contigo, y que no tira la toalla”, reflexiona.
La batalla que están librando ahora los oncólogos es entender el porqué las células se hacen resistentes a los fármacos, analizarlas y buscar nuevos tratamientos. Pero para ello reclaman la ayuda de las administraciones. “El diagnóstico molecular tiene que ser visto como algo que la sanidad pública tiene que absorber”, reclama Prat. “Hoy en día, a un paciente no lo podemos tratar bien si no tenemos ese diagnóstico: qué tumor tiene, dentro de qué grupo está, si tiene una mutación a o b… Y eso tiene que ser rutina, es lo que hay que aplicar a todo el mundo”, añade.
Como un antibiograma
Prat defiende que hay que “terminar” con la práctica de “dar un fármaco a 100 pacientes para que se beneficien 10”. “El sistema no es sostenible, hay que invertir en diagnóstico molecular, y aquí es donde no hay una política nacional, ni en Catalunya ni en España, y creo que es un error”.
El director de Oncología del Clínic entiende que el diagnóstico molecular tendría que ser visto, más pronto que tarde, como un antibiograma: “Si tú tienes una infección, se cultiva la bacteria y se hace un antibiograma que te dice si esa bacteria es sensible al antibiótico a, menos sensible al b y si es resistente al c. La oncología es exactamente igual, pero no se llama antibiograma, sino diagnóstico molecular. ¿Verdad que nadie se cuestiona el antibiograma? Es cierto que el coste no es el mismo, pero sí el concepto”.
“Ya no es sinónimo de muerte”
Y pide más implicación a los profesionales de la sanidad de otras disciplinas porque esta patología “ya no es sinónimo de muerte”. “Algunos, cuando ven cáncer de mama metastásico piensan, ‘bueno, a paliativos, o a ti no te intubaré nunca’”, lamenta. Pero gracias a los avances de la medicina, hay muchos pacientes que tienen la enfermedad controlada. “El cardiólogo puede decir, ‘no le trataré la hipertensión a este paciente, total, tiene un cáncer metastásico’. Pero este médico tiene que saber que el cáncer está controlado, que la hipertensión es ahora el problema”.
Lucía, Marga y Juan son tres ejemplos que demuestran que la medicina está consiguiendo cronificar una enfermedad tan grave como el CMM. “Ir a un control y ver que algo ha empeorado ya no se traduce en una desesperación insuperable. Ahora siento que tengo opciones, y tener opciones te da futuro”, concluye Lucía.
La Vanguardia